La ciudad
Hoy quiero recomendar un libro a aquéllos que pierden tiempo leyendo este blog. La ciudad es un libro al más puro estilo kafkiano, y esto no es una tontería ya que empieza con una cita suya. Seguramente, por eso me lo regalaron, porque saben que Kafka me gusta. Antes no conocía a Mario Levrero, pero fue uno de los fotógrafos, escritores y guionistas de cómics más importantes de Uruguay. En Uruguay se dice que hay quien se inicia en la lectura leyendo a Benedetti, y los que empiezan con la literatura fantástica de Levrero. Se pueden decir miles de cosas de él, pero sólo destacaré que es un autor fascinado por Buster Keaton y por ese genio que es Kafka. Para más datos, es mejor consultar la revista Bicho Mosquito.
La ciudad es una novela intensa, yo no diría que a la altura de Kafka, pero resulta interesante ver cómo Levrero dibuja los ambientes angustiantes, la pesadilla sin sentido y la soledad del individuo frente a cosas que le resultan inexplicables: una ciudad en medio de la nada, sin aparente contacto con el exterior, y con unos habitantes extraños. Todo desespera. Todo angustia desde el principio. Imaginaos llegar a vuestra nueva casa, con la ilusión que supone muchas veces mudarse, pero resulta que está llena de humedad y sin luz. os marcháis a comprar comida, pero la noche es tan oscura y densa que hace que os perdáis. ¿Dónde apareceréis? Ésa es otra historia.
La ciudad es una novela intensa, yo no diría que a la altura de Kafka, pero resulta interesante ver cómo Levrero dibuja los ambientes angustiantes, la pesadilla sin sentido y la soledad del individuo frente a cosas que le resultan inexplicables: una ciudad en medio de la nada, sin aparente contacto con el exterior, y con unos habitantes extraños. Todo desespera. Todo angustia desde el principio. Imaginaos llegar a vuestra nueva casa, con la ilusión que supone muchas veces mudarse, pero resulta que está llena de humedad y sin luz. os marcháis a comprar comida, pero la noche es tan oscura y densa que hace que os perdáis. ¿Dónde apareceréis? Ésa es otra historia.
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