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Soma

Las burradas de la Fallaci

Las burradas de la Fallaci “La fuerza de la razón” es un terrorífico panfleto de unas doscientas páginas que ya asusta por el mal gusto de la portada: un fondo azul y letras doradas. Esa portada anticuada está en consonancia con lo anticuado de las reflexiones que plasma la gran entrevistadora.
El libro es radical de principio a fin, y expone unos argumentos con pretensión de universalidad de una forma bastante simplista. Eso no es especialmente preocupante, ya que la exaltación, por el hecho de ser ridícula, puede terminar siendo – salvando las distancias – hasta graciosa en cualquiera de sus vertientes: izquierda trasnochada o derecha recalcitrante.
Sin embargo, sí es censurable el racismo que fomenta. Si diéramos para leer este libro a un ser de otro planeta, la imagen que tendría de nuestro mundo es la de una minoría occidental buena que es machacada y humillada por hordas de Solimanes que vienen a Europa para construir mezquitas y ser muecines. Es decir, Europa, para ella, está viviendo una situación similar a la vivida por la Península Ibérica en el 711.
La tesis es bastante parecida a la de Huntigton y por lo tanto, apoya la idea de “lucha de civilizaciones”. Es decir, según la italiana, Occidente está siendo atacado y ya no somos Europa sino Eurabia desde el momento en que nos estamos adaptando a las necesidades y peticiones de inmigrantes musulmanes y estamos renunciando a nuestras raíces greco-romanas y cristianas. Quizás, es en ese punto donde la Fallaci se podría haber lucido en vez de contarnos anécdotas sacadas de contexto.
La Fallaci es muy valiente cuando critica “lo políticamente correcto”. La periodista entra en un terreno resbaladizo donde es difícil opinar sin ser criticado por un lado o por otro, y eso es admirable. Critica la tendencia actual consistente en menospreciar lo occidental y alabar lo exótico. Así contrapone los valores occidentales, su idea de democracia, el respeto de los derechos humanos con la infibulación, el velo, el trato vejatorio a las mujeres, la lapidación en la cultura musulmana, el terrorismo islámico… Pero es difícil creer todo lo que ella argumenta desde el momento en que el maltrato también existe en Occidente (aunque la mujer no lleve el velo), la PRIMERA DEMOCRACIA DEL MUNDO está en mano de fundamentalistas ultraconservadores, LA PRIMERA DEMOCRACIA DEL MUNDO permite que psicópatas trabajen en prisiones, etc. Por lo tanto, esa visión maniqueísta defendida por la Fallaci termina cayendo por su propio peso.
Finalmente, cuando uno ya está llegando al final de este libro humorístico con pretensiones de intelectualidad y se pregunta, quizá incitado por la Fallaci: ¿hacia dónde va Occidente?, no tiene respuesta.
Entonces a uno le pueden pasar muchas cosas por la cabeza: le puede dar igual a dónde vaya Occidente porque el mito de Occidente nunca le convenció, se puede creer la progresiva islamización de Europa, se puede sentir responsable indirecto de la situación a raíz de los chantajes de Bin Laden en sus vídeos, se puede alegrar de la muerte de judíos o de la de Arafat, o puede creer mil cosas más.
Yo, después de leer cosas como ésta: “No podemos perder. Porque el Islam es una charca. Y una charca es una presa de agua estancada. En cambio, Occidente es un río. Y los ríos, son corrientes de agua viva”, he llegado a la conclusión que, suponiendo que sea una lucha de civilizaciones, ¿ por qué no podemos ser los débiles? ¿Por qué no podemos estar abocados a perder?
Así, si vamos con la intención de aniquilarnos los unos a los otros, cuando la matanza haya acabado, le diría a la civilización que sobreviva: “¡Ahí te pudras!""

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