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Estupor y temblores

Estupor y temblores

Amélie debe ser un nombre que sirve para contar buenas historias. Antes, la película, y ahora un libro de una mujer con el mismo nombre. Amélie Nothomb – autora de “Higiene del asesino” y “Metafísica de los tubos” – tiene una gran capacidad para transmitir mucho en pocas palabras. Su estilo, prácticamente telegráfico, la ayuda a narrar la angustiosa experiencia de una mujer occidental que comienza a trabajar en un multinacional en Tokio. Allí, antes que persona, es un ser inferior dentro de una enrevesada jerarquía donde la soledad se agudiza. Por si os interesa leer su novela "Estupores y temblores", os dejo este aperitivo:

“¿Y fuera de la empresa, qué les espera a aquellos contables de cerebro lavado por los números? La cerveza obligatoria con colegas tan trepanados como ellos, horas de metro abarrotado, una esposa que ya duerme, el sueño que te aspira como el desagüe de un lavabo que se vacía, las escasas vacaciones en las que nadie sabe qué hacer: nada que merezca el nombre de vida. Y lo peor es pensar que a escala mundial esta gente son privilegiados”.

 

 

Además de recomendaros una novela premiada por los lectores internautas y la Academia Francesa, os propongo el test definitivo para saber qué asesino de película sois. Por supuesto, tenéis que poner ´los altavoces porque la musiquita llama a vuestros más oscuros instintos asesinos. Yo, ya he descubierto quién soy

 

La ciudad

La ciudad Hoy quiero recomendar un libro a aquéllos que pierden tiempo leyendo este blog. “La ciudad” es un libro al más puro estilo kafkiano, y esto no es una tontería ya que empieza con una cita suya. Seguramente, por eso me lo regalaron, porque saben que Kafka me gusta. Antes no conocía a Mario Levrero, pero fue uno de los fotógrafos, escritores y guionistas de cómics más importantes de Uruguay. En Uruguay se dice que hay quien se inicia en la lectura leyendo a Benedetti, y los que empiezan con la literatura fantástica de Levrero. Se pueden decir miles de cosas de él, pero sólo destacaré que es un autor fascinado por Buster Keaton y por ese genio que es Kafka. Para más datos, es mejor consultar la revista Bicho Mosquito.
“La ciudad” es una novela intensa, yo no diría que a la altura de Kafka, pero resulta interesante ver cómo Levrero dibuja los ambientes angustiantes, la pesadilla sin sentido y la soledad del individuo frente a cosas que le resultan inexplicables: una ciudad en medio de la nada, sin aparente contacto con el exterior, y con unos habitantes extraños. Todo desespera. Todo angustia desde el principio. Imaginaos llegar a vuestra nueva casa, con la ilusión que supone muchas veces mudarse, pero resulta que está llena de humedad y sin luz. os marcháis a comprar comida, pero la noche es tan oscura y densa que hace que os perdáis. ¿Dónde apareceréis? Ésa es otra historia.

Las burradas de la Fallaci

Las burradas de la Fallaci “La fuerza de la razón” es un terrorífico panfleto de unas doscientas páginas que ya asusta por el mal gusto de la portada: un fondo azul y letras doradas. Esa portada anticuada está en consonancia con lo anticuado de las reflexiones que plasma la gran entrevistadora.
El libro es radical de principio a fin, y expone unos argumentos con pretensión de universalidad de una forma bastante simplista. Eso no es especialmente preocupante, ya que la exaltación, por el hecho de ser ridícula, puede terminar siendo – salvando las distancias – hasta graciosa en cualquiera de sus vertientes: izquierda trasnochada o derecha recalcitrante.
Sin embargo, sí es censurable el racismo que fomenta. Si diéramos para leer este libro a un ser de otro planeta, la imagen que tendría de nuestro mundo es la de una minoría occidental buena que es machacada y humillada por hordas de Solimanes que vienen a Europa para construir mezquitas y ser muecines. Es decir, Europa, para ella, está viviendo una situación similar a la vivida por la Península Ibérica en el 711.
La tesis es bastante parecida a la de Huntigton y por lo tanto, apoya la idea de “lucha de civilizaciones”. Es decir, según la italiana, Occidente está siendo atacado y ya no somos Europa sino Eurabia desde el momento en que nos estamos adaptando a las necesidades y peticiones de inmigrantes musulmanes y estamos renunciando a nuestras raíces greco-romanas y cristianas. Quizás, es en ese punto donde la Fallaci se podría haber lucido en vez de contarnos anécdotas sacadas de contexto.
La Fallaci es muy valiente cuando critica “lo políticamente correcto”. La periodista entra en un terreno resbaladizo donde es difícil opinar sin ser criticado por un lado o por otro, y eso es admirable. Critica la tendencia actual consistente en menospreciar lo occidental y alabar lo exótico. Así contrapone los valores occidentales, su idea de democracia, el respeto de los derechos humanos con la infibulación, el velo, el trato vejatorio a las mujeres, la lapidación en la cultura musulmana, el terrorismo islámico… Pero es difícil creer todo lo que ella argumenta desde el momento en que el maltrato también existe en Occidente (aunque la mujer no lleve el velo), la PRIMERA DEMOCRACIA DEL MUNDO está en mano de fundamentalistas ultraconservadores, LA PRIMERA DEMOCRACIA DEL MUNDO permite que psicópatas trabajen en prisiones, etc. Por lo tanto, esa visión maniqueísta defendida por la Fallaci termina cayendo por su propio peso.
Finalmente, cuando uno ya está llegando al final de este libro humorístico con pretensiones de intelectualidad y se pregunta, quizá incitado por la Fallaci: ¿hacia dónde va Occidente?, no tiene respuesta.
Entonces a uno le pueden pasar muchas cosas por la cabeza: le puede dar igual a dónde vaya Occidente porque el mito de Occidente nunca le convenció, se puede creer la progresiva islamización de Europa, se puede sentir responsable indirecto de la situación a raíz de los chantajes de Bin Laden en sus vídeos, se puede alegrar de la muerte de judíos o de la de Arafat, o puede creer mil cosas más.
Yo, después de leer cosas como ésta: “No podemos perder. Porque el Islam es una charca. Y una charca es una presa de agua estancada. En cambio, Occidente es un río. Y los ríos, son corrientes de agua viva”, he llegado a la conclusión que, suponiendo que sea una lucha de civilizaciones, ¿ por qué no podemos ser los débiles? ¿Por qué no podemos estar abocados a perder?
Así, si vamos con la intención de aniquilarnos los unos a los otros, cuando la matanza haya acabado, le diría a la civilización que sobreviva: “¡Ahí te pudras!""